La presión arterial es la fuerza que la sangre ejerce sobre las paredes de las arterias. Si esta fuerza se eleva, se habla de hipertensión arterial o "presión alta". La hipertensión arterial es un factor de riesgo que aumenta la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares como las enfermedades coronarias, las hemorragias y trombosis cerebrales, la insuficiencia cardiaca, la oclusión de las arterias de las extremidades. La hipertensión arterial también puede contribuir a dañar los riñones.
¿Cómo se detecta?
Sencillamente debemos "tomarnos la presión". La presión arterial se mide con un manómetro de mercurio. Por esto los valores se expresan como los milímetros de mercurio, que representa la fuerza de la sangre.
Existen dos "momentos claves" de la presión:
• Cuando el corazón bombea la sangre alcanza su fuerza máxima. Se llama PRESIÓN SISTÓLICA, y corresponde al valor más alto encontrado por el manómetro.
• Cuando el corazón "reposa", y se llama PRESIÓN DIASTÓLICA corresponde al valor mínimo medido por el manómetro.
En el adulto los valores normales son de 120 milímetros de mercurio para la presión sistólica y 80 milímetros de mercurio para la presión diastólica (120/80), considerando como cifras normales hasta 139 milímetros de mercurio para la presión sistólica y 89 milímetros de mercurio para la presión diastólica (139/89). Una presión arterial de 140 con 90 (140/90) ya es considerada hipertensión o "presión alta". En niños y mujeres embarazadas, los limites de la normalidad son diferentes.
Las cifras de presión varían con el ejercicio físico, las emociones, el dolor, el frío. Por esta razón se emplean técnicas muy rigurosas para medir la presión. Aparatos defectuosos pueden determinar cifras erróneas. Por ello, un valor elevado en un control en la calle, un centro comercial, un supermercado, siempre debe ser corroborado por enfermera o médico, empleando un aparato en buenas condiciones y en un ambiente adecuado (lugar tranquilo, en reposo, sin frío). La aparición ocasional de cifras elevadas justifica que tengamos un cambio en nuestros hábitos, porque se puede evitar o retrasar el desarrollo de una hipertensión estable.